Superados ya los veinticinco años desde la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño y teniendo en cuenta la conmemoración, cada veinte de noviembre, de tal efeméride, entendemos que es el momento propicio para presentar “Érase una vez los Derechos de la Infancia”. Esta compilación de relatos infantiles tiene como objetivo fundamental acercar el texto de la Convención sobre los Derechos del Niño a un sector de la ciudadanía muy particular, a menudo descuidado por parte de las campañas de sensibilización pública: los niños y las niñas.
Para lograr el objetivo propuesto hemos contado con un grupo de profesionales del Derecho, así como personal al servicio de entidades de atención a la infancia y la adolescencia, para que con un lenguaje amable, sencillo y directo se dirijan a los que deberían ser, sin lugar a dudas, los verdaderos protagonistas de esta fascinante aventura que suponen los derechos y responsabilidades del grupo poblacional más joven. En otras palabras, se trata de conseguir que expertos de reconocido prestigio desarrollen, de una forma “amigable” para con un público infantil alguno de los principios y derechos dimanantes del Tratado Internacional que ha supuesto un claro antes y después en la conceptualización de lo que social y jurídicamente debe entenderse por infancia y sus capacidades.
Y para ilustrar nuestras palabras, qué mejor forma de hacerlo que de la mano de un niño de 5 años de edad, Vicente Espinoza, alumno de una escuela de párvulos, quien con su relato “Juanito y el profesor” nos anima a no tener miedo, y a creer, sobre todo a creer, en que un mundo más adecuado por y para la infancia es realmente posible. Es bien sencillo, ¡sólo depende de nosotros!. Pronunciemos pues, por vez primera en esta obra, la mágica fórmula del “Érase una vez…
…un niño llamado Juanito. Juanito era muy alegre, tenía muchos amigos y le encantaba ir al colegio, pero un día amaneció muy enfermo, sus padres angustiados decidieron llevarlo al hospital.
Lamentablemente, Juanito tuvo que quedarse allí, muy triste lejos de su casa, amigos y escuela. Pero Juanito era más grande y entusiasta, empezó desde su cama a enseñar algunos números y vocales a los otros niños y niñas que como él estaban enfermos en el hospital.
¡A ver Andrés dime las vocales y tú Matías cuenta hasta el cinco!, decía Juanito.
El papá de otro niño que era profesor lo observaba atentamente. Sorprendido se preguntó ¿Por qué los niños que están en el hospital no tienen derecho a estudiar? ¡Yo les enseñaré! Así que le pidió permiso al doctor y comenzó a enseñar.
Con el tiempo se formó una sala especial, una “mini escuelita“ como a Juanito le gustaba llamarla, para que todos los niños y niñas que estuvieran en el hospital tuvieran derecho a educarse.
Juanito por supuesto se mejoró. Con el profesor y su hijo se hicieron grandes amigos.
El hospital, papás y niños agradecieron tan bonito gesto del profesor y de Juanito quienes contribuyeron a que la educación sea un derecho para todos los niños y niñas, aún cuando se está enfermito”.
La invitación, ya está cursada, a conocer, pues, este apasionante mundo de descubrimientos, en donde pretendemos despertar sentimientos sobre los asuntos más simples, que al mismo tiempo son los más profundos, en donde nuestros lectores son, sin lugar a dudas, los más sabios, y en donde se habla de aquello que es verdaderamente maravilloso. ¿Nos acompañan?
Isaac Ravetllat Ballesté